Fila de camiones en la ruta 91, cerca de Serodino, rumbo a los puertos del Gran Rosario
«Cuando salís del pueblo te dan un ticket que tiene un vencimiento de nueve horas y si regresás luego de ese margen vas a un aislamiento obligatorio junto a tu familia».
Este fue el testimonio de un camionero de Rufino (Santa Fe), quien pidió reserva de su identidad. Consideró a esa disposición municipal como discrecional. «Para no dejar a mi gente varada sin poder salir a comprar alimentos, me alquilé un lugar y me fui a vivir ahí solo», contó.Ads by
Con sus camiones a la vera de las rutas, sin poder entrar al pueblo, los transportistas de Rufino creen que la medida es muy injusta para los residentes. «Además, tenemos todos los camiones tirados en la ruta, porque de un día para el otro no nos dejaron entrar, pero sí entran los camiones de otras zonas que traen alimentos para abastecimiento. Uno se aguanta porque tiene que trabajar», se quejó.
En tiempo de Coronavirus , a pesar de ser una de las actividades excluidas del aislamiento obligatorio del decreto presidencial, cada municipio escribió sus propias reglas de confinamiento y los transportistas de hacienda y de cereales que van al Mercado de Liniers, al puerto o simplemente a campos de otras jurisdicciones, están preocupados por las dificultades de sus condiciones de trabajo.
A los innumerables controles policiales a lo largo del viaje y a los inconvenientes para cargar combustible, comer o bañarse, el ejemplo de Rufino en Santa Fe se replica en muchas ciudades del país.
En Laprida, el secretario de Seguridad del Municipio, Daniel Bayonés, dijo que la responsabilidad es de todos, por eso son más rigurosos. «Hemos resuelto que aquellos camioneros que vengan de zonas de riesgo deben hacer una cuarentena obligatoria hasta que les sale el próximo viaje», indicó a LA NACION.
El funcionario contó que han dictado un curso para los casi 30 camioneros de la ciudad para darle herramientas de prevención contra el coronavirus, antes, durante y post viaje. «El chofer del camión sólo puede salir a hacer el viaje. Otro se tiene que encargar de ir a la gomería a chequear los neumáticos y de cargar combustible. No puede salir a abastecerse de alimentos. Para asistirlo hay un sistema de voluntariado que se encarga de comprarle lo que necesite», sostuvo.
Otros lugares, las mismas restricciones
Francisco Martínez es camionero y todos lo conocen como «el uruguayo». Vive en las Armas, provincia de Buenos Aires . Contó que en su ciudad una disposición municipal no permite entrar con el camión después de las 17 horas.
«Sellaron todas las entradas y solo dejaron una donde la policía te paran para tomarte la temperatura. Estamos trabajando como si fuéramos delincuentes y solo somos los que trabajamos para abastecer el país, sino nos quedaríamos en casa», dijo.
Martínez detalló que son muchas las estaciones de servicio donde sus cafeterías están cerradas. «Además las estaciones de servicio de las rutas que atraviesan al medio el pueblo, no nos permiten bajar del camión, incluso a veces no nos despachan combustible», señaló.
En otros sitios, la odisea se complica aún más. En Santa Lucía, Corrientes están más estrictos. «No dejan entrar ningún camión a la ciudad y sobre la ruta, en la entrada al pueblo, transbordan las mercaderías para abastecer a los supermercados», apuntó un camionero de la zona.
En un principio, en Buena Esperanza, San Luis, las restricciones eran duras. Si un camionero venía de un lugar fuera de los límites de la provincia tenía que pasar los 14 días de cuarentena. «Dentro de la provincia no pasaba nada. Pero ayer volví de dejar una carga de hacienda en Buenos Aires y para mi suerte parece que las cosas se flexibilizaron. Si me sale otro viaje puedo hacerlo sin esperar otros 14 días de encierro», indicó Luciano Geuna, camionero de hace más de 20 años.
Manolo Lamas, con su firma 1º de Enero es un conocido transportista y se queja en nombre de sus colegas de la situación que atraviesan: «No está bien que los municipios nos obliguen a hacer la cuarentena 14 días . Ese tipo de medidas es un avasallamiento contra el trabajo del sector».
Fuente:La Nación