Hasta el lunes a la noche, los ganaderos se debatían entre el rumbo de su negocio tradicional, ya bajo amenaza del Gobierno, y la tentación que representa el alto precio de los granos a la hora de planificar sus empresas.
En este contexto, para analizar el impacto de los precios relativos de la ganadería y la agricultura en los sistemas mixtos, es interesante mostrar cómo se comportaron ambas actividades en los últimos 20 años y qué consecuencia tuvieron para la producción argentina de carnes.
El gráfico muestra dos periodos claramente diferenciados en la relación de valores entre el ganado y el poroto de soja, representados por el promedio del Índice Novillo de Liniers y el valor FAS Rosario del grano.
Avance agrícola y revancha
Los primeros 10 años con precios de la soja y de otros granos muy superiores a los del ganado, generaron un fuerte avance de la agricultura sobre superficies que era tradicionalmente utilizadas por la ganadería. Esa ventaja privó a la hacienda de casi 9 millones de hectáreas de lomas y semilomas que, con pasturas y verdeos, le permitían sostener mayores cargas con resultados razonables tanto en la cría como en la recría.
El cambio de uso de suelos en campos considerados como ganaderos hizo eclosión en el periodo 2007-2009, cuando a los bajos precios relativos de la hacienda se sumó la sequía y la nefasta intervención del mercado carnes por parte de las políticas públicas. Como consecuencia, se generó una “tormenta perfecta” que llevó a la pérdida de más de 10 millones de cabezas, con el posterior derrumbe de la oferta y, trascartón, una significativa suba de precios del ganado y de la carne al consumidor.
El segundo período, transcurrido en los últimos 10 años, se caracterizó por la recuperación de los precios y los márgenes ganaderos (particularmente entre 2013 y 2017) que alentó el proceso de retención de hacienda, con lo que se recuperaron 6 de los 10 millones de cabezas perdidas en la fase anterior. El cambio de escenario, movilizado sobre todo por la fenomenal demanda de los mercados asiáticos, frenó la ampliación de la agricultura en campos históricamente ganaderos e impulsó la expansión de la actividad en más de 2 millones de hectáreas, en especial en zonas no tradicionales, particularmente del noroeste argentino, de la mano de las expectativas de los productores.
Así llegamos a la situación actual, con un fuerte incremento de los precios de la soja que, en Chicago, alcanzó los USD 600. Sin embargo, esta nueva escalada encuentra a la ganadería en un ciclo de precios que acompañó a los granos con similar tendencia alcista, generando un escenario en el que los márgenes de ambas actividades resultan positivos sin que uno predomine por sobre otro, como ocurrió en el pasado.
Sobre este equilibrio, que incluso contribuye a un uso más racional de los suelos, el anuncio del presidente Alberto Fernández acerca de la suspensión de las exportaciones de carne vacuna por un mes vuelve a abrir viejas heridas que, pese al tiempo transcurrido, aún no cicatrizan en el sector de ganados y carnes.
Qué elegirá el productor hoy
Para enriquecer la nota en Valor Carne consulté, horas antes del anuncio oficial, a un prestigioso grupo de ganaderos y profesionales, distribuidos a lo largo y ancho del país (GANADEROS.AR), acerca de qué actitud tomarían frente al escenario de altos precios agrícolas en campos de actitud mixta. Las respuestas fueron fluyendo espontáneamente y, sin que tengan valor estadístico, resultaron mayoritariamente coincidentes.
Comparto algunos de los conceptos recibidos, que nos ayudarán a comprender cómo se preparan los productores y sus asesores frente a este nuevo desafío.
La gran mayoría considera que el avance agrícola en campos mixtos ya lo realizaron y por lo tanto mantendrán las superficies para granos de cosecha sin intención de acometer sobre suelos menos aptos o de riesgo, que continuarán destinados a la ganadería.
Muchos expresaron que aprovecharán la mejor renta agrícola para potenciar la oferta forrajera en los suelos destinados a la ganadería.
Varios afirmaron que modificarán la participación de cultivos de ciclos más cortos (p.ej. girasol) que les permitan anticipar verdeos o cultivos de servicio para mejorar la productividad ganadera y la sustentabilidad del sistema mixto.
Todos coincidieron en que, con esta relación de precios, incrementaran la producción de kilos en esquemas pastoriles para disminuir los kilos ganados en la etapa final a base de granos.
En la misma línea concordaron en recriar hasta donde se pueda y luego ofrecer al mercado los novillitos para engorde.
Algunos mencionaron postergar la implantación de pasturas reforzando la siembra de verdeos de invierno, así como el mayor uso de cultivos de servicio, cortando si es necesario, los ciclos ganaderos.
Hay quienes afirmaron que prevén crecer moderadamente en superficie agrícola y, a la vez, intensificar la producción de silaje y suplementación en recría.
Otros, tradicionalmente ganaderos y que arriendan campos de terceros, saldrán a buscar campos mixtos para aprovechar la buena renta agrícola apuntando a reinvertir y crecer en stock de vientres.
Muy pocos mencionaron reducir sus stocks bovinos para incrementar significativamente la superficie agrícola y los que lo manifestaron también se cuestionaban si era la mejor decisión.
Hubo varios que aprovecharán parte de la buena relación de precios de ambos rubros, para realizar inversiones productivas, inmobiliarias o incluso para quedarse en dólares billetes.
Finalmente, la gran mayoría coincidió que cuando ocurre una suba de granos como la actual, que impacta en mayores costos para la ganadería, se replantean la necesidad de profundizar temas sensibles como la eficiencia de conversión y el mejor aprovechamiento de los recursos forrajeros.
¿Tropezar con la misma piedra?
Tras los anuncios del Gobierno, es prematuro predecir qué puede pasar si esta medida no se retrotrae. Lo que sí se puede anticipar es que la rápida y contundente respuestas de todos los actores de la cadena cárnica y el apoyo de la gente de campo y de otros sectores productivos de la mayoría de las provincias argentinas, muestran que no será fácil avanzar en el freno exportador, sin pagar costos políticos por el error.
Probablemente algunas de las estrategias apuntadas más arriba se profundicen y otras se debiliten. Sin embargo, a diferencia de anteriores ciclos de alza de commodities agrícolas y de embestidas oficiales, el actual nos encuentra con buenos valores y mejores expectativas, que limitarán impactos negativos en las empresas ganaderas. Una mayor sinergia entre actividades hasta puede ser impulsora de cambios que nos lleven al tan necesario progreso en la eficiencia productiva.
Por Lic. Víctor Tonelli, Consultor ganadero
Fuente: Valor Carne