Ya pasó una semana desde que emprendieron el regreso y los golondrina continúan sin saber cuándo podrán volver a sus hogares.
Claudio Ramírez es jujeño, tiene 39 años, y en febrero pasado emprendió el viaje que realiza todas las temporadas desde hace ya más de 20 años. Al ritmo del calendario agrícola, se preparó para migrar hacia su próximo destino como trabajador golondrina. Viajó a Mendoza para comenzar la cosecha de uva. Pero esta vez fue diferente. Una vez que terminó el trabajo, la ruta de regreso a su provincia estuvo repleta de trabas.
La provincia gobernada por Gerardo Morales implementó un estricto cierre de sus fronteras, para evitar el contagio del coronavirus, lo que provocó que centenares de trabajadores rurales migrantes temporales no pudieran retornar a sus hogares. Claudio es uno de ellos.
El 18 de febrero pasado, viajó junto a 12 compañeros desde San Pedro, en la provincia de Jujuy, hasta la localidad de Central en Mendoza, para trabajar en un viñedo. El trabajo es arduo y la jornada laboral se extiende por más de 10 horas siete días a la semana. La pandemia del coronavirus lo tomó de sorpresa en medio de la cosecha. “Nosotros seguimos trabajando igual”, asegura. Cada Gobierno municipal, provincial y nacional comenzó a tomar medidas de prevención. “En Mendoza no podíamos ir a comprar cuando volvíamos del trabajo. Todo a las apuradas, porque los negocios cerraban a las 17 y no nos dejaban salir”, añade Claudio.
Pero la noticia que más lo alarmó fue cuando se enteró de que Jujuy había cerrado los accesos y sus fronteras. Cuando finalizó la cosecha, Claudio comenzó a encarar el regreso a su hogar. “Nosotros nos enteramos de que había un grupo solidario desde Jujuy, que organizaba tres viajes por semana. Así que nos anotamos y finalmente llegó el día que nos tocaba”, recuerda.
«Nos juntamos en la terminal»
El viernes 10 de abril pasado salió junto a sus compañeros para volver a Jujuy. “Todos los golondrinas que teníamos que volver nos juntamos en la terminal”, completa. Pocos micros estaban saliendo de la terminal de Mendoza, pero había un listado con los autorizados para partir. “El micro iba a salir a las 20”, explica. Pero no salió.
Alrededor de 200 personas quedaron varadas esa noche de viernes Santo. Había familias enteras con niños y mujeres, hombres solos y trabajadores frutícolas.
Si bien el personal de la Gendarmería que estaba presente en la terminal exhortó a los pasajeros a volver a las fincas, ninguno les hizo caso. “Nosotros sólo pedíamos subir a los colectivos a dormir, pero no nos dejaron y tuvimos que dormir en el piso”. Esa noche la temperatura no superó los 10 grados. Los golondrinas y sus familias pernoctaron a la intemperie, sin alimento ni refugio, mientras esperaban que desde Jujuy autorizaran el viaje. Tampoco el Gobierno de Mendoza se hizo presente. “Fuimos a recogerles las uvas, pero nada”, agrega Claudio.
A la incomodidad se sumó los oportunistas. “Aparecieron personas vendiendo pasajes truchos a $4500. Decían que tenían permiso, pero no era así”, previene.
Los golondrina comenzaron a hacer correr la voz. Enviaron mensajes de texto, videos y realizaron llamadas para alertar sobre la situación. “Hemos mandado de todo”, señala. El sábado a la mañana comenzaron a llegar periodistas locales, organizaciones y dirigentes sociales. “Nos ayudaron con dinero, nos dieron $10.000 con los que compramos leche y yogures para los chicos que había. Después compramos aguas, gaseosas, fiambres y pan para hacer sandwiches que repartimos entre los que estábamos ahí”, detalla Claudio.
Todos los presentes comenzaron a ejercer presión. “La policía nos decía que nos teníamos que ir, que no había orden de que el micro saliera, pero nosotros seguimos”.
En micro a Jujuy y la incertidumbre
Finalmente lo consiguieron. El sábado 11, a la medianoche salió el micro con rumbo a Jujuy. Como medida de prevención, las autoridades tomaron la fiebre a todos los pasajeros. “El colectivo viajó sin parar. Recién a las 18 del domingo llegamos al control en la frontera de Jujuy, donde nos retuvieron hasta las 23. No nos permitían movernos”, precisa Claudio.
Ante la situación, tomó intervención el Comité Operativo de Emergencia (COE) de Jujuy. Dividieron a los viajantes en grupos y los llevaron a diversos hoteles de la provincia.
Recién el domingo a la noche, Claudio recibió una vianda con alimentos en el hotel Fenicia, donde se hospeda desde hace más de una semana. “Nos dijeron que tenían que hacer un test que tarda 48 horas para despacharnos a nuestras casas. Pero desde que llegamos nadie nos tomó la temperatura. Sí nos traen las comidas, pero no sabemos nada. Sólo nos asomamos a un balcón y miramos a la calle, porque no nos dejan salir”. Ya pasó casi una semana desde esa travesía, y los golondrina continúan sin saber cuándo podrán volver a sus hogares.
De acuerdo a los últimos informes del COE, más de 800 trabajadores golondrinas jujeños se encuentran hospedados en establecimientos hoteleros, y la Provincia está trabajando para repatriar a todos los varados que terminaron su cosecha. “Anoche llegaron nuevos colectivos al hotel”, informa Claudio, aunque no puede precisar la cantidad de personas que se hospeda con él, porque no pueden moverse de sus habitaciones.
Fuente: Agrofy