Los MV Germán Cantón, del INTA Balcarce, y Fernando Luna, del laboratorio CDV, hacen una puesta a punto de la neosporosis bovina, una enfermedad que, sin vacuna disponible, se expandió en los últimos años y hoy es una de las principales causas de abortos. ¿Cuándo se justifica implementar una estrategia de control y qué medidas económicamente viables se pueden aplicar?
Los MV Germán Cantón, del Servicio de Diagnóstico Veterinario del INTA Balcarce, y Fernando Luna, del Centro Diagnóstico Veterinario de CDV, ponen a punto los últimos conocimientos en neosporosis bovina, como respuesta a un productor de Gral. Pico, La Pampa, que preocupado por la prevalencia de esta enfermedad en su rodeo, solicitó información a Valor Carne. Los especialistas, referentes del sector público y privado, explican los pormenores de esta parasitosis, detallando qué estrategias de manejo se pueden aplicar para evitar que una hembra aborte y que transmita la enfermedad a sus crías y qué están haciendo los criadores de punta para garantizar la progenie.
Neospora caninum se identificó en 1988 en los Estados Unidos y hoy es una de las principales causas de pérdidas económicas en los sistemas de cría de la Argentina. “Una vaca infectada se preña normalmente, aunque después puede abortar, no siempre. Pero el parásito es muy eficiente en transmitirse verticalmente, o sea, genera una cría positiva en la mayoría de los casos”, afirmó Cantón. Además, si esa hija positiva se recría, podría abortar o no en su primera gestación, aunque hay muchas chances de que continúe trasladando la enfermedad a su descendencia.
Una particularidad, en comparación con otros agentes que causan abortos es que, al ser parasitaria, necesita de un hospedador definitivo. “En este caso, en nuestro país, es el perro que, al comer la placenta o un feto de una vaca infectada, hace lo propio. Entonces elimina huevos en las heces, y si esto ocurre cerca del alimento o agua de bebida del rodeo, disemina el parásito”, agregó.
En los sistemas más extensivos, donde las recrías de las terneras son pastoriles, sin suplementación, quizás haya menor exposición a los huevos del parásito. “En esos casos podemos encontrar del 5 al 10% de animales positivos. En cambio, en una recría más intensiva, con suplementación, a corral, o cercana de centros urbanos, donde podrían circular más perros, se ven seroprevalencias mayores, por encima del 20%”, indicó Cantón, detallando que la intensificación sería una posible explicación de porqué hoy la enfermedad es más frecuente.
¿Qué hacer ante una alta seroprevalencia? “Primero, quisiera hacer una aclaración, porque muchas veces los productores, o algún veterinario, que no conozca tanto de esta enfermedad emergente, puede compararla con la brucelosis, por ejemplo. Aquí, no se pueden dar recetas, ni decir que a partir de tal porcentaje de seroprevalencia hay que hacer algo. Tener una vaca positiva es un problema, pero, en este caso, hay que ver si además hay abortos en el rodeo”, advirtió Cantón. En tal sentido, como dato clínico, esta enfermedad puede causar pérdidas de preñeces entre los 5 y 7 meses de gestación y es más frecuente en vaquillonas que en vacas.
“Si tengo una buena preñez al momento del tacto, pero después me faltan terneros, hay que tomar una muestra de sangre de las que abortaron para chequear si son positivas; y de algunas vacas preñadas compañeras que llegaron a término, para comparar resultados. Así podré ver realmente si hay asociación entre la infección por Neospora y el aborto”, planteó.
Con esta información, el productor deberá analizar junto con su veterinario si se justifica hacer un plan de control. “Una estrategia podría ser sangrar todas las terneras de reposición e ir reponiendo con vaquillonas negativas para reducir a largo plazo la tasa de abortos”, finalizó Cantón.
Diagnóstico integral
El Centro Diagnóstico Veterinario, CDV, se creó hace más de 35 años, en CABA, y fue desarrollando vacunas, acorde a las problemáticas que se diagnosticaban en las distintas regiones ganaderas. Luego, en 2018, se trasladó al Parque Industrial Pilar, construyendo un laboratorio de referencia, de mayor capacidad y con normas de bioseguridad.
“Recibimos muestras de los veterinarios de campo de todo el país, desde Santa Cruz hasta Jujuy. Entonces, el área de diagnóstico que me toca dirigir, es un termómetro de las enfermedades que aparecen a nivel nacional”, afirmó Luna, Gerente de Diagnóstico del Laboratorio.
¿Con esta trayectoria, cómo ven el avance de la neosporosis? “Es claramente una enfermedad emergente. Empezamos a importar los reactivos de diagnóstico allá por 2001. Entre 2004 y 2006 analizamos 1020 establecimientos de cría y ya encontramos que 623 tenían algún animal positivo, o sea más del 60%, es muchísimo”, recordó, detallando que, hoy, esos niveles se mantienen en algunas zonas y en otras han aumentado.
¿Cómo se determina la positividad? “Al no haber vacuna, todo animal que tiene anticuerpos, es por contacto con el parásito. Nosotros analizamos el problema de manera integral, o sea, que además de identificar anticuerpos en vacas abortadas y no abortadas, buscamos la Neospora en el feto bovino. Y, si encontramos lesiones histopatológicas y la PCR (una técnica molecular más sensible) lo confirma, el diagnóstico es contundente: sabemos que la causa de los abortos en el rodeo es Neospora”, subrayó.
Dada la complejidad del problema, desde CDV en muchos casos visitan el establecimiento, donde trabajan en equipo con el veterinario y el productor, y les proponen los pasos a seguir.
Una de las experiencias se llevó adelante junto al Estudio Mc Lean, especializado en reproducción bovina, en un establecimiento con 1120 vaquillonas de reposición, de las cuales 167 eran sospechosas o positivas a Neospora. “El productor no vio económicamente viable apartarlas, ni estaba convencido de los perjuicios de la enfermedad. Entonces, hicimos una prueba, las inseminamos mediante IATF y al primer tacto vimos que 102 se habían preñado, excelente. Pero, después se fueron haciendo ecografías seriadas y finalmente terminamos con un 63% de merma, sólo parieron 37 terneros”, contó Luna.
De esta forma, se pudo confirmar que la clave está en el sangrado para medir anticuerpos y seleccionar reposición negativa a la enfermedad. “Los test tienen su costo, los kits son importados. Hay dos técnicas, la de Elisa y la de inmunofluorescencia indirecta. En realidad, cuando se hace un diagnóstico poblacional, o sea, si sangramos 200- 400 animales, es preferible la de Elisa, aunque sea más costosa, porque mide promedios de anticuerpos y las terneras que están fuera de rango, se apartan. En cambio, con el otro no tenemos esa chance de promediar”, explicó.
Para Luna, un adelanto importante es que hay cabañas de punta que ya asumieron la responsabilidad de comercializar vaquillonas negativas a Neospora. “Nos piden el certificado para presentar a sus clientes. Imagínense lo que significaría que una vaquillona preñada que se vende en millones de pesos termine abortando por este mal”, alertó.
En cuanto a los perros, el especialista recomienda desparasitarlos y testear una muestra de sangre. “De ser positivos a Neospora, es mejor que no vayan al campo, podrían eliminar quistes del parásito en las heces y contaminar los alimentos y la bebida del ganado”, alertó.
¿Qué debería hacerse en el rodeo general ante abortos? “Si el productor mandó a analizar la sangre de las vacas que abortaron y dio positivo a Neospora, que no se alarme, por ahí es otra enfermedad la que los causa. Lo que tiene que hacer sí o sí es pedirle a los recorredores que busquen un feto, refrigerarlo y enviarlo al laboratorio lo más rápido posible. Si se confirma que fue producto de esta parasitosis, tendrá que encarar un plan de control y saneamiento”, concluyó Luna.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Fuente: Valor Carne