Mientras Liniers opera con ventas al oído, ingresos concentrados en menos días y absorbiendo actividades de las ferias del interior, para los negocios de invernada se potencian las ventas telefónicas y los remates online o por televisión. “La pandemia nos está llevando a usar herramientas que conocíamos pero que generaban resistencia. Un aprendizaje que quedará para el futuro», afirma Andrés J. Mendizábal.

«Hicimos varios cambios en el comercio de hacienda para resguardar a las personas, pero el mercado sigue funcionando con la transparencia de siempre. A la vez, esto asegura el abastecimiento al consumo y la exportación. No habrá faltantes de producto en la mesa», dijo a Valor Carne el Lic. en Adm. de Empresas Andrés J. Mendizábal, Vicepresidente de A.J. Mendizábal & Cía.

Con casi 70 años de trayectoria, la casa consignataria, al igual que muchas otras, se tuvo  que aggiornar para enfrentar el Covid-19. Cuenta con 45 representantes en distintos puntos del interior y 25 empleados que, hasta el inicio de la cuarentena, se desempeñaban en una oficina en Buenos Aires y, ahora, lo hacen desde su casa, online, con lo que la firma sigue operando a full.

La pandemia implicó adaptar la dinámica del día a día en la mayoría de los canales comerciales, empezando por el Mercado de Liniers, que absorbe el 12% de la faena nacional y donde ingresan unos 25 mil animales semanales.

Protegiendo a la gente

«Una de las principales medidas fue suspender las subastas públicas para evitar la concentración de personas. Hoy, sólo se realizan ventas al oído», indicó el empresario, refiriéndose a una modalidad que existe desde los orígenes del mercado pero que ahora se generalizó. «Eso sí, se hacen cumpliendo con la debida distancia entre compradores y consignatarios, además del uso de tapabocas, entre otras recomendaciones sanitarias dispuestas por el gobierno de la Ciudad», puntualizó.

Otra cuestión importante es que Liniers concentró las entradas de animales en los días martes, miércoles y viernes, dejando atrás la habitual operatoria de lunes a viernes. «Los lunes y los jueves no se reciben haciendas, para poder hacer limpieza y desinfección. Las pasarelas y barandas se fumigan, son seguras para las personas», subrayó Mendizábal, detallando que, además, las actividades terminan antes, con la idea de no permanecer más tiempo del necesario en el recinto.

¿Cuántas personas asisten por día? «El Mercado de por sí tiene 150 empleados. Después están los de las casas consignatarias, unos 120 personas de a caballo y otras 80 que se ocupan de los negocios. Cada firma tiene su lugar para operar dentro del predio. En cuanto al vendedor, o sea el ganadero, confía su hacienda al consignatario y sólo concurre alguna vez, de visita», describió.

Además, en cualquier día de operatoria, asisten unos 150 compradores, sean matarifes o frigoríficos. «En concreto, estamos hablando de un total de 500 personas en tiempos normales. Obviamente que el mercado tiene más de 30 hectáreas, con lo cual están muy desparramadas y no todos participan al mismo tiempo», aclaró el consignatario.

Comercio de bajo contacto

Los empleados del mercado trabajan por turnos, hay escuadras a la mañana, a la tarde y a la noche. El personal de a caballo arranca de madrugada y termina a mediodía, por lo tanto no hay una concentración permanente de gente, sino que está escalonada en el tiempo y en el espacio.

En cuanto a los compradores, ahora, muchos operan por teléfono. «Algunos nos pasan los pedidos a los consignatarios. También hay quienes llevan encargos de otros, por ahí uno tiene órdenes de otros 3 ó 4 matarifes y de esa manera se evita que concurra tanta gente», indicó, refiriéndose a que todos colaboran para cuidar el mercado formador de precios del país, con un formato único en el mundo.

«De cualquier modo, aún hoy la demanda sigue totalmente atomizada y se produce una verdadera puja por el valor de la hacienda. Ahí, es donde se ve la función del consignatario de defender los intereses de los productores, que confían en nosotros «, subrayó Mendizábal.

Otra cuestión que se modificó con la pandemia es que todas las ferias del interior están suspendidas y, con ello, la compraventa de invernada y de hacienda para faena en esos canales.

«Liniers está recibiendo gordos que anteriormente podían ser vendidos en ferias. Y en cuanto a la invernada, se está canalizando vía ventas particulares, en forma telefónica, o en remates online y por televisión», señaló.

Todas estos instrumentos se utilizan desde hace muchísimo tiempo, como parte de los servicios que cualquier consignatario ofrece al productor. «Hoy, con la cuarentena, nos vimos obligados a operar más por estos medios y tuvimos que reforzarlos», contó.

De la coyuntura al futuro

¿Cambios en los precios? «La invernada subió un mes atrás, se actualizó con relación al año pasado. Ahora, se están haciendo operaciones normales, con buenos valores, sobre todo considerando que la cotización del novillo retrocedió, por la retracción de las compras europeas y la necesidad de volcar esa mercadería a un consumo doméstico debilitado por el cierre de restaurantes, parrillas y hoteles», explicó. En cuanto a China, prosiguió, «se reacomodó rápidamente, tras la crisis, con muchísimo interés por la vaca, que presenta valores sostenidos».

Pero más allá de los impactos coyunturales, Mendizábal destacó que la pandemia está impulsando la modernización del comercio. «Antes todos íbamos al lugar de trabajo, nos trasladábamos de lado en lado a reuniones, y con la cuarentena nos dimos cuenta de que podemos organizarnos muy bien en forma remota, mediante videoconferencias. Hacíamos cheques en papel y, hoy, lo hacemos vía electrónica; y el productor se está acostumbrando a manejarse de esa manera. Es decir, hay herramientas que conocíamos, pero nos resistíamos a utilizarlas», planteó. Y finalizó: «Creo que los nuevos hábitos vinieron para quedarse porque perfeccionan la dinámica de un mercado que de por sí es transparente».

Fuente: Valor Carne