Con un 30% de avance en la cosecha de soja en la provincia, productores de Tucumán alertaron que están «en el horno» en materia de resultados económicos en el cultivo tras la suba de las últimas retenciones, del 30 al 33%.

En diciembre pasado, productores de la provincia realizaron un cese de comercialización de dos días cuando el Gobierno aumentó de 24,7 a 30% los derechos de exportación en el cultivo. Luego vieron al ministro de Agricultura, Luis Basterra, para alertarle sobre el impacto de la medida, argumentando que la mayor carta tributaria iba a generar quebrantos. Le pidieron, sin éxito, que los derechos no superaran el 5%.

Ahora, desde la Asociación Civil de Productores Agrícolas y Ganaderos del Norte (Apronor), indicaron que la cosecha va transcurriendo con una gran variabilidad, con rindes que van de 1500 a 3500 kilos. Estos últimos rendimientos son para los cultivos que recibieron más lluvias y permiten equiparar las cuentas.

La cuestión es que todos los rindes no están en la franja de los mejores resultados y, por la suba de las retenciones, tendrían que sacar más kilos por hectárea para salir hechos, algo todavía más difícil por la caída de los precios.

«El escenario es muy complicado para el productor, ya que en el NOA debido al esquema de retenciones actuales, costo del flete e insumos de producción y la caída del precio internacional estaría necesitando cosechar más kilos por hectárea para estar en equilibrio y no perder», dijo Apronor.

«Esto significa lograr un promedio que supere hoy el rinde de indiferencia, que se encuentra en los 3000 kg/ha. Y si consideramos que el promedio anual en la zona en los últimos 10 años es de 2450 kg/ ha, ‘estamos en el horno’. Además, sembramos con una soja mayo 2020 de US$237 y estamos cosechando con un disponible de U$S200. La mitad de esa caída se explica por el aumento de los DEX (derechos de exportación) y la otra mitad por la caída de los precios internacionales», agregó.

Según la entidad, la producción de soja en el NOA «sigue en jaque». En el trabajo describe la fuerte heterogeneidad de la campaña. Al respecto, señala: «El primer golpe de siembra se realizó los primeros días de diciembre. Luego se produjo un impase en la siembra como consecuencia de la falta de lluvias, que se extendió hasta mediados de enero. La lluvia volvió y la siembra se retomó. Pero no todos los productores pudieron terminar con la siembra de soja, porque la fecha de siembra dejaba de ser la óptima, y se vieron obligados a cambiar por poroto».

Después añade: «Seguidamente, la zona tuvo otro período seco a mediados de febrero y con altas temperaturas, lo que ha afectado, principalmente, a las sojas sembradas en diciembre y en las que hoy estamos viendo esta gran variabilidad de rindes. La falta de lluvias provocó envejecimiento xilemático, pérdida de vigor y acortamiento de entrenudos, lo que después se vio reflejado en una disminución en la producción de granos».

Fuente: La Nación