Una campaña contra el consumo de carne vacuna que impulsa las Naciones Unidas para enfrentar el cambio climático provocó el rechazo de ganaderos y científicos argentinos. En un mensaje que se difundió en la red social Twitter, desde la cuenta @ONU_es, se escribió: «Comer menos carne ayuda a ahorrar agua y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, que causan el calentamiento global».

El presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Daniel Pelegrina, ante una consulta de LA NACION, dijo que «el 85% de las emisiones de gases de efecto invernadero corresponden a la energía, a la industria, el transporte y el consumo residencial, y los países que más emiten son Estados Unidos, China y los europeos; la ganadería tiene el 15%». A su vez, la Argentina es responsable apenas del 0,6% de las emisiones globales y el ganado local, apenas del 0,1%.

Respecto del uso del agua, el ruralista recordó que en los países del Mercosur se aprovecha el ciclo de las precipitaciones. «El agua que no se usa va al océano», destacó.

Las críticas a la ganadería en los países del hemisferio sur son a menudo utilizadas para establecer barreras paraarancelarias al comercio. «Eso lo vimos en la discusión del acuerdo Unión Europea-Mercosur», recordó el presidente de la SRA, en referencia a las objeciones de los ganaderos franceses.

Otro aspecto que los ganaderos y especialistas destacan es que, si bien reconocen que las vacas, como rumiantes, emiten hacia la atmósfera gases como el metano, lo que no se toma en cuenta cuando se responsabiliza a la ganadería como causante del efecto invernadero es la captura de carbono de las pasturas y las praderas naturales. «La ganadería argentina tiene un modelo pastoril», recordó Pelegrina. A diferencia de lo que sucede en la mayoría de los países industrializados, solo en los últimos kilos se utilizan granos para la alimentación animal.

Un trabajo de investigadores del Conicet y del INTA reveló recientemente que la ganadería de los países del Mercosur tiene un balance positivo entre los gases que se emiten y los que se capturan. «Nuestras tierras de pastoreo tienen un potencial de secuestro de carbono que debe ser valorizado. Por lo tanto, no es en la emisión sino en el balance de carbono donde debemos poner foco. Los sistemas del norte solo emiten; los del sur emiten y, como las pasturas capturan carbono a través de la fotosíntesis, a la vez secuestran. Y si lo que secuestran es mayor que lo que emiten, se genera un balance positivo o crédito de carbono», dijo Ernesto Viglizzo, exinvestigador del INTA y del Conicet que elaboró el estudio.

Según ese trabajo, la Argentina tiene la relación más alta de los países de la región entre emisiones y capturas: 12,5 contra 4,3 de Paraguay, 2,1 de Brasil y 1,5 de Uruguay. Para los cuatro países del bloque, la relación positiva es de 3,5.

Solo en los últimos documentos el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) reconoció que los pastizales y las pasturas pueden presentar oportunidades para captar carbono de la atmósfera. «La Argentina tiene un enorme potencial para mitigar los efectos del cambio climático a través de una ganadería pastoril, concebida bajo un manejo sostenible que proteja la biodiversidad», señala un informe del Mercado Ganadero de Rosario (Rosgan).

Para los productores, además, hay contradicciones dentro de los propios organismos de las Naciones Unidas. «La FAO destaca el papel de la ganadería como medio de ocupación territorial, especialmente en países pobres como los de África», señaló el vocal del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), Juan José Grigera Naón.

Fuente: La Nacion