La siembra del cereal durante el ciclo 2021/22 refleja un incremento sobre la superficie promedio de las últimas 5 campañas de 6,6 %.
Desde mediados de marzo hasta la fecha la Bolsa de Cereales de Buenos Aires ha realizado el relevamiento y análisis de las expectativas de siembra en vistas a la nueva campaña de trigo que inicia a comienzos del mes próximo.
Nuevamente, el escenario para el ciclo 2021/22 se muestra incierto sobre algunas cuestiones determinantes para la toma de decisiones. La prolongada situación de déficit hídrico en algunas zonas clave para la producción del cereal, la suba en el costo de los fertilizantes y la pérdida de competitividad frente a otros cultivos, como la cebada y el girasol, limitarían la posibilidad de expansión del trigo.
A estos factores se suman interrogantes en relación a las reglas de juego para la próxima campaña.
Sin embargo, los resultados preliminares del relevamiento de la Bolsa de Cereales indican que el precio del grano, su rol como cultivo de servicio, tanto como cobertura vegetal invernal o para cumplir los planes de rotación, el reabastecimiento de humedad en el perfil, y necesidades financieras previo a la campaña gruesa, sostendrían una intención de siembra similar a la del año pasado, es decir: una superficie de 6.500.000 hectáreas.
Bajo este contexto, la siembra de trigo durante el ciclo 2021/22 refleja un incremento sobre la superficie promedio de las últimas 5 campañas de 6,6 %, y se ubica como la quinta superficie más grande en la serie histórica de la entidad porteña.
No obstante, aclaran que esta proyección permanece sujeta principalmente a un escenario climático propicio, que provea la humedad necesaria para garantizar una implantación exitosa.
Siembra de trigo por región
En función de los registros obtenidos durante el relevamiento de precampaña, se observa una intención de siembra que apunta a mantener la superficie alcanzada durante el año pasado. Sin embargo, persiste un elevado nivel de incertidumbre ligado a los pronósticos climáticos, los costos de producción, las condiciones de comercialización y la pérdida de rentabilidad del trigo en relación a otros cultivos.
Sobre el norte del país, la decisión de implantar el cereal depende exclusivamente de la humedad disponible en el perfil al momento de iniciar la implantación, como así también de la humedad superficial durante la ventana de siembra, que va desde principios de mayo hasta fines de junio. Actualmente, en esas zonas se registra una condición hídrica entre adecuada y óptima, con lo cual la tendencia sugiere una recuperación del área de trigo en aquellas regiones que en el ciclo 2020/21 no lograron cumplir con los planteos de siembra debido a las condiciones de sequía que predominaron durante todo el ciclo (variación interanual de superficie 2019/20 vs 2020/21: NOA -6,9%, NEA -18,9%).
Por otro lado, durante el ciclo previo, en algunos sectores del centro del área agrícola, la siembra se vio particularmente afectada por los déficits hídricos que impidieron cumplir con los planteos iniciales.
Este año, la intención de siembra crece alentada por el objetivo de recuperar las hectáreas que hubo que resignar en el ciclo previo sobre el margen oeste (variación interanual de superficie 2019/20 vs 2020/21: Centro-Norte de Córdoba -25,2%, Sur de Córdoba -18,4%).
A partir de los registros de precipitaciones de la primera quincena de abril, hay una afianzada posibilidad de transitar la ventana de siembra con una adecuada oferta hídrica en el perfil, aunque serán necesarios nuevos aportes de lluvias para contar con humedad superficial al momento de la implantación.
Sobre el sur del área agrícola, la ventana de siembra óptima se extiende desde fines de junio hasta mediados de julio, meses para los cuales los pronósticos no prevén abundantes precipitaciones. Sin embargo, esos registros podrían llegar oportunamente como para aportar suficiente humedad en el estrato superficial para lograr la germinación y emergencia del cultivo, hasta que éste logre enraizar y abastecerse del almacenamiento subsuperficial.
Igualmente, con la recarga actual del perfil, la tendencia por mantener el área destinada a cultivos de invierno se sostiene, aunque con una expansión del área de cebada en detrimento de trigo, dada su mayor rentabilidad esperada y la menor incertidumbre que presenta en relación a las políticas que inciden sobre su comercialización.