Riesgos de una menor participación con el trigo, la harina y las papas congeladas en Brasil, entre varios productos, ante el avance de otros competidores. Un freno de la Argentina en su presencia en las negociaciones externas en curso del Mercosur, que busca convenios con varias naciones, como con una productora de alimentos como Canadá, podría llevar a que la mercadería del país resigne peso en el bloque.
Canadá, Singapur y Corea del Sur integran el lote de países con los cuales el Mercosur apunta a acelerar negociaciones por acuerdos de libre comercio. Se trata de negociaciones en curso a las que la Argentina la semana pasada prefirió ralentizar. Eso motivó el enojo de la Mesa de Enlace y de 26 entidades de la cadena agroindustrial, que pidieron retomar la presencia argentina .
En un documento titulado «Agenda Mercosur y Agroindustria: Impacto de un posible abandono de las negociaciones», el Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina (SRA) evaluó las consecuencias de un freno argentino en la relación con el Mercosur. La entidad analizó varios productos claves para la Argentina, entre ellos el trigo, la harina y las papas congeladas, por ejemplo.
«Salir de la mesa de negociación nos deja afuera de nuevos negocios en el exterior y, al mismo tiempo, nos lleva a perder ventajas frente a nuestros competidores dentro del bloque regional. Estamos entregando nuestros mercados actuales a cambio de nada», alerta el trabajo.
En el caso puntual del trigo, uno de los 30 productos del rubro agroindustrial que llegan al vecino mercado, representa negocios por más de 1200 millones de dólares.
En 2019, la Argentina le vendió a Brasil 5,39 millones de toneladas del cereal y cubrió el 82% de sus necesidades. En valor fue a ese mercado cereal por US$1239 millones. El trigo argentino tiene la protección del Arancel Externo Común (AEC) del 10%, que encarece las compras de afuera del bloque del Mercosur.
«En las últimas décadas se exportó en promedio unas cinco millones de toneladas anuales, salvo entre 2013 y 2015 donde los envíos argentinos se redujeron a la mitad, a causa de las políticas adversas al sector, que terminaron generando una fuerte caída de la producción, y por tanto del comercio. Brasil importa anualmente 6,6 millones de toneladas de trigo, por un valor que ronda los US$1500 millones. El 91% del total del trigo importado proviene de los países miembros del Mercosur», evaluó el informe.
Después de la Argentina, en 2019 en orden de importancia el segundo proveedor de Brasil fue Estados Unidos, con 426.000 toneladas (subió 55% sus ventas de un año para el otro), después Paraguay con 394.000 toneladas, luego Uruguay con 141.000 toneladas y siguió Canadá con 126.000 toneladas, entre otros abastecedores.
Más allá de la presencia de EE.UU. en Brasil, por fuera del Mercosur viene asomando Canadá. Este país exporta por año entre 23 y 24 millones de toneladas del cereal, el doble de la Argentina, y suele estar entre el puesto tercero y cuarto a nivel mundial detrás de Rusia y los Estados Unidos.
«Para el caso del trigo, los riesgos pasan más por la posibilidad de perder una porción del mercado de Brasil, que por la posibilidad de ingresar en terceros mercados. Esta situación obligará a los productores argentinos a tener que trabajar su productividad para seguir ofreciendo el trigo en condiciones competitivas y así poder aprovechar las ventajas de la cercanía», dice el trabajo.
Así como hay alertas para el trigo, también existen para la harina de este cereal. El año pasado, la Argentina vendió 645.000 toneladas, principalmente a Brasil y Bolivia. Los países miembros del Mercosur entran a Brasil con 0% de arancel mientras que los extra zona lo hacen con un 12%.
En este producto también podría haber una amenaza con Canadá, que exporta al mundo 200.000 toneladas, con destino a los Estados Unidos y a otros países.
«En este producto la principal amenaza es la posibilidad que nuevos países ingresen al bloque con las mismas preferencias que hoy ingresa la harina argentina», alertó la entidad.
Por otra parte, entre otros productos, puede haber competencia en papas frescas congeladas. De 230.000 toneladas que la Argentina exportó el año pasado, 200.000 toneladas fueron a Brasil por US$187 millones.
En 2019 Canadá exportó un millón de toneladas de papas congeladas. Unas 900.000 toneladas fueron a EE.UU. «Las amenazas que podrían afectar a este sector pasan mayormente por la posibilidad de una mayor oferta dentro de la unión aduanera, aunque la dinámica e integración de este sector está en condiciones de avanzar hacia terceros mercados», acota el trabajo de la Rural.
En el trabajo la entidad advierte que «ante la posibilidad de que nuestros socios comerciales del Mercosur puedan alcanzar acuerdos comerciales con terceros países, la Argentina se verá frente a la posibilidad de tener que afrontar altos costos a causa de la decisión de no ejercer su posición de socio del bloque».
En este contexto, aconseja «seguir teniendo nuestra voz en todas las instancias de diálogo y negociación, porque en un mundo integrado como el que vivimos las decisiones que puedan surgir de toda instancia de negociación comercial tienen consecuencias importantes para el desarrollo económico de los países».
Fuente: La Nación