El precio de la carne no va a bajar, a lo sumo puede dejar de subir. Lo que sí va a caer es el precio que percibe el productor.

¿Por qué? Porque nunca ocurrió que cuando se cerraron las exportaciones, el precio al consumidor bajara. Por el contrario la experiencia histórica, basada en las estadísticas del país, demuestra que se produjo un “aumento superlativo” de los valores al mostrador.

Para no ir muy lejos, durante el primer y segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la suba fue de un 916%. Con Alberto Fernández comienza a suceder un proceso similar.

Esta fue la “médula” del análisis que el consultor Federico Santángelo, de Agroideas, realizó en la reciente “Charla Granadera” (granos + ganadería) que periódicamente organiza la Asociación de Frigoríficos de Córdoba (AFIC) con el apoyo de la Federación nacional del sector (FIFRA) y el IPCVA.

El presidente de FIFRA y director ejecutivo de AFIC, Daniel Urcía, tuvo una referencia para poner en recuadro, con la cual cerró la jornada: ““los artículos del código aduanero (en los que se ha fundado la suspensión de ventas al exterior), son de una ley de la época de la dictadura”.

El mazazo de las estadísticas
Para apoyar sus afirmaciones, Santángelo se respaldó en la propia estadística oficial, que demuestra que –como sucedió en el período anterior de gobiernos kirchneristas y está pasando ahora-, lo único que se consiguió, en lugar de asegurar la “mesa de los argentinos”, fue una pérdida de 12 millones de cabezas, el retroceso del quinto al undécimo puesto como país exportador, y un incremento “sideral” del precio al consumidor.

En exportaciones, se cayó de 600.000/700.000 toneladas a menos de 200.000. Con lo cual se causó una pérdida de 10.000 millones de dólares que no ingresaron al país.

El gobierno de Cristina
Santángelo repasó números que no pueden ser desmentidos por el gobierno.

Cuando en diciembre de 2007 asumió Cristina Fernández de Kirchner se venía de un récord de embarques de 775.000 toneladas. El precio de la hacienda gorda valía $ 2,80 y kilo promedio al consumidor era de $ 10, con un dólar que arrancó en $ 3,15 y terminó en $ 9,60.

En diciembre 2011 –comienzo del segundo mandato de Cristina- el gordo había subido a $ 8, el precio al consumidor a $ 34, las exportaciones habían caído a 234.000 toneladas para seguir derrumbándose al final de su segundo mandato a 198.000, cerrando ese ciclo con un precio al consumidor de $ 110.

Resumiendo: durante el primer y segundo período de Cristina Fernández, tuvo una devaluación del 300%, una diminución de las exportaciones de carne del 63%, y el precio al consumidor subió un 916%, partiendo de $ 10 para llegar a $ 110.

O sea, “una suba fenomenal del precio al consumidor, no obstante una caída importantísima de las exportaciones”.

Los 4 años de Macri
Santángelo graficó luego el período de gestión de Mauricio Macri. Tuvo una devaluación del 500%, las exportaciones crecieron un 340% pasando de 198.000 (final de Cristina) a 885.000 toneladas y el precio al consumidor subió 186% (no obstante esa devaluación en el período del 500%).

Dos datos, entonces: las exportaciones de carne ascendieron un 340$ mientras que el precio consumidor subió un 186 %.

En lo que va de Alberto Fernández, el tipo de cambio oficial experimentó una devaluación del 60%, las exportaciones de carnes apenas ascendieron un 2% en 2020 y el precio al consumidor subió 108%.

“Ir por el cierre de las exportaciones como una medida para tratar que baje el precio de la carne, no es una decisión acertada del gobierno”, sentenció el experto.

¿Peligro de corrimiento?
¿Hay peligro de abandono de la ganadería por la suba de precios de los granos?, se planteo más adelante Santángelo.

“En una primera instancia no vemos un corrimiento masivo o abandono de la ganadería hacia la agricultura”, conjeturó.

Basa esa pensamiento en que “la ganadería poseía, hasta hace unos días, números de rentabilidad con respecto a la agricultura”.

Reparó en que continua habiendo una relación de 2.500 kilos de soja por una vaquillona preñada: “es un valor muy similar a los de la última década”, calculó.

Lo mismo pasa para comprar un ternero de 180 kilos: no estamos muy por debajo de 2007/2008/2009, períodos de gran intervención, apuntó.

En suma, para el expositor “las relaciones de precios entre la soja y la ganadería fueron más o menos constantes en los últimos años”.

Abrumadora incertidumbre
Sin embargo, Santángelo hizo hincapié en que se está frente a “un cambio fenomenal de expectativas entre los productores” y parafraseando al pensador Santiago Kovadloff, definió al momento como una “abrumadora incertidumbre”.

En ese ambiente, previó menores inversiones y caída del precio de la vaca de refugo. “¿Qué productor va a encerrar animales ante un mercado ganadero intervenido?”, planteó.

La suspensión de exportaciones de carne “ha sido un golpe muy fuerte para el productor y que genera un cambio de expectativas”.

Interpretó que “estábamos llegando a un precio de la carne casi techo” y empezaría a tranquilizarse.

Ahora “el abastecimiento de hacienda para el consumo interno va a seguir estando limidado” porque, entre otras razones, “el feed lot va a estar sumamente restringido”, mientras que en “las cuarentenas la gente come más carne”.

Por tanto, se abre un “período de intranquilidad de precios” y “va a continuar faltando hacienda” para consumo. En materia de precios, “la más perjudicada será la vaca”.

El precio de la carne y la hacienda
Para finalizar: “no va a caer el precio de la carne al consumidor. Que el gobierno se olvide que el precio va a bajar, a lo sumo va a dejar de subir. Lo que va a caer es el precio de la hacienda, lo que percibe el productor. Es lo que ocurrió en 2007″.

«El precio de la hacienda gorda va a caer en menor medida porque va a estar escasa, va a seguir faltando, con estas medidas”, razonó.

Previó que “va a haber una caída importante en el precio de la vaca, que ya viene ocurriendo. Yo no se cuál será el piso de caída. Lo único que puede pasar es que no caiga mucho si es que empieza a salir vaca con destino a invernada, a engorde”.

Un final anunciado
Daniel Urcia, director ejecutivo de AFIC y presidente de FIFRA, aseguró que el sector “ha sido espectador” de las decisiones adoptadas por el gobierno.

“Mientras más rápido se dé marcha atrás, más o menos podremos encauzar esta situación”, agregó.

Recordó que “en marzo dijimos que si entonces no se tomaban algunas decisiones, luego iba a ser tarde, porque la escasez (de hacienda) se iba a producir y que por menor oferta el precio iba a pegar un salto en julio o antes y en un año electoral el gobierno se iba a preocupar por el precio de la carne: bueno, es lo estamos viendo ahora en mayo”.

Reafirmó que “el cese de exportaciones no va a corregir ningún precio en el mercado doméstico” pero “para el futuro el efecto sí es muy dañino”.

La dictadura
Notificó que “la situación de la industria frigorífica es complicada, con pérdida de competitividad, con costos en aumento y con este parate (el cese de comercialización) no hay ninguna mejoría”.

A la medida de protesta de la Comisión de Enlace “la respetamos –dijo-, pero en el caso de la industria frigorífica se nos saca una semana de cuatro al mes de actividad”.

Urcia concluyó su alocución en la Jornada recordando un dato que incomoda al kirchnerismo y a la izquierda que cree que las exportaciones son las causantes del precio de la carne: “los artículos del código aduanero (en los que se ha respaldado la suspensión de ventas al exterior), son de una ley de la época de la dictadura”.

No hay más que decir.

 

 

 

Fuente: agroverdad.com.ar/